miércoles, 22 de abril de 2009

UNA MANZANA MÁS EN BOEDO


Un todo tamizado por la prensa: quintas y cementerios fantasmas, un reloj de sol del 1700, la víctima de uno de los criminales más conocidos de nuestra historia….

El periodismo, por si acaso, sigue allí de guardia, los historiadores no la perdemos de vista.Hay una manzana de Boedo (la delimitada por las calles: Pavón, Quintino Bocayuva, Tarija, Castro) que sirvió reiteradamente de fuente al periodismo, y mantiene atentos a los historiadores con sus misterios que no cejan.
Hoy, apacible, se ha olvidado de cuanto los periodistas la recorrieron de punta a punta buscando testigos para sus pistas.

Vamos a narrar esta historia desde el hecho más reciente, hasta el más antiguo.Terminaba el año 1912, Buenos Aires es sacudido por el brutal asesinato de un niño de 3 años, Gerardo Giordano, que se comete en los terrenos de la que fuera la quinta de Pancho Moreno [1].

La policía actuó rápidamente; el subcomisario Peire, al frente de la investigación, relacionaba este hecho con otros similares (varios de los cuales acaecieron en un perímetro que tenía a Boedo como eje) hasta que da con el asesino del chico, Cayetano Santos Godino, de 16 años, domiciliado en General Urquiza 1970, tristemente conocido por su alias “ el petiso orejudo”.



Foto: Santos Godino, conocido por su alias: "el Petiso orejudo"


Un mes antes de éste hecho, en un terreno alfalfado de nuestra famosa manzana, con frente a Quintino, personal de la Comisaría 12, encontró semiahorcado a un chiquito de unos dos años, apellidado Russo, víctima también de la grave patología de Godino.

Si bien con posterioridad a la detención y declaratoria del asesino el periodismo comenzó ocuparse de Quintino Bocayuva, entre pavón y Tarija, esa no era la primera vez.En mayo de 1901, la popular revista “Caras y Caretas” publicaba un artículo según el cual se adjudicaba el descubrimiento, en la manzana de marras, de un reloj de sol, que databa del año 1786. Según el periodista, indicaba el lugar donde estaba la quinta del tallista Perey Peregoso. Terreno el de esta manzana que había formado parte de la Chacarita de los Franciscanos.
Años más tarde, en el diario Clarín, del año 1951, Silvestre Otazú escribió una serie de artículos sobre el barrio de Boedo y recordaba este reloj, pero rodeándolo de un cementerio franciscano.

Varios historiadores han tratado el tema.Habría sido tan grato para nosotros desarrollar una relación legendaria en torno a un reloj de sol en medio de un cementerio, o de una orden que no dejó rastros aparentes en el corazón del barrio de Boedo. Pero, en rigor de verdad, debimos atenernos a los datos que brinda la documentación; es cierto que los franciscanos poseyeron una quinta en el siglo XVIII cuyos límites parecen haberse reducido al perímetro comprendido por Catamarca, Pavón, Boedo, Chiclana. Aunque esto parece muy definido, la interpretación de los datos genera opiniones contrarias.

Para algunos la Chacra nació cuando se produjo el arrendamiento de las tierras de la estanzuela de Pedro de Rojas y Acevedo (sabemos que en ella existió la primera capilla de la zona); por otro lado, se la considera emergente de la venta que Doña María Garzón, último descendiente de la familia que poseía esos terrenos desde el siglo XVIII, le hace al convento de San Francisco.

Aceptando una u otra teoría, lo real es que en el siglo XVIII, los franciscanos poseían unos terrenos, en los cuales permitieron afincarse a numerosas familias pobres. Esta generosidad, suscita un problema social, cuando en 1783, la orden le vende sus tierras a Miguel Ramírez.

Si armamos el rompecabezas, encontramos que en la manzana descrita por Caras y Caretas jamás hubo afincamiento franciscano, es más, que el reloj se construyó tres años después de haberse desprendido los religiosos de su chacra. [2]

Llama la atención, que se señale que allí estuvo la quinta del tallista Perey Peregoso, siendo que el dueño de la chacra donde se ubica la manzana se apellidaba Pereyra. Fue éste quien donó la tierra para abrir la cortada que lleva su nombre. Supo tener por vecinos a los herederos de Cuitiño, a Rufino Roig, a Carlos Guedes, a los Riso, a Saturnino González, a los Aldao.

El reloj es, sin duda alguna, un misterio que confiere a esa manzana una característica especial. Lamentablemente fue demolido, quizás al lotearse la tierra, por lo cual es muy difícil establecer el lugar exacto donde estuvo erigido.



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[1] Quinta del Perito Francisco Pascasio Moreno. Estaba limitada por la Avenida Caseros y las calles Deán Funes, Brasil, Catamarca.

[2] Por otra parte, no se comprendería porque la orden religiosa tuviera el enterratorio tan alejada de su Iglesia.


© Peña de Historia del Sur. Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá, Beatriz Clavenna

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